29 de julio de 2009
Reprogramación de mesas de examen final y Recuperatorios 1º parcial GRAFICO I y III
Los Finales se pasan para la segunda semana de agosto, de modo que el lunes 3 de Agosto estaré en el CEP a partir de las 18 para que aquellos que tengan dudas respecto de los finales de las dos materias y quienes deban rendir los recuparatorios del primer parcial en primer día de clase puedan consultar sus inquietudes.
Saludos
Andrea
20 de julio de 2009
Gráfico I y III Lectura Obligatoria 2º Cuatrimestre
María Teresa Ronderos:“El periodista tiene que verificar y verificar”
Genaro Rodríguez Navarrete *
(ver texto completo en http://www.saladeprensa.org/)
“Una de las tareas fundamentales de la prensa es controlar el poder, vigilar el poder, es denunciar aquello que está mal, es hacerse de la voz de los que no tiene voz para poderle hablar duro al poder”, razón por la que algunos gobiernos reaccionan identificando a los periodistas no como aliados, sino como enemigos, comentó María Teresa Ronderos en entrevista.
16 de julio de 2009
Gráfico III
Tom Wolfe le pidió al cronista que fuese subjetivo; y el cronista cumplió
“Ya no quieren nuevo periodismo”
Ícono cultural del siglo XX, ídolo de periodistas en todo el mundo, el escritor dio una charla íntima ayer por la tarde en el Faena Hotel. Antes de su presentación en la Feria del Libro, no defraudó: apareció vestido de blanco.
Roka Valbuena
Fuente:Crítica de la Argentina
03.05.2008
Dandy. Con predisposición de estrella, se dejó fotografiar de buen humor. Le gusta la Argentina y había estado aquí de incógnito.
Un grupo de periodistas gráficos lo esperaba, pero Tom Wolfe le estaba dando una de sus largas respuestas a la televisión. Al comienzo los periodistas gráficos, concentrados en la salita que destinó el hotel Faena para la entrevista, estaban animados y existía un clima expectante. Todavía nadie lo había visto. Parece que uno de esos reporteros, cuando fue al baño, se asomó a una pieza en donde lo entrevistaban y le vio la pierna contra la luz. ¡Es beige!, le dijo a alguien. No puede ser, suspiraron unos. Y otros, contrariados, se llevaron las manos a la cabeza. Quizá su pierna no sea blanca, quizá todo es un invento.
Observando a esos reporteros podemos especular que ellos, en algún momento de sus vidas, tal vez en la universidad o tal vez en otro momento de importancia vocacional, leyeron a Tom Wolfe, adscribieron al Nuevo Periodismo, dijeron que lucharían incansablemente por imponer puntos de vistas peculiares, porque eso es un credo, y no hablarían de reportajes, hablarían de historias y al momento de ingresar a un medio, saldrían todos a la calle, con una libreta, y reporteando una nota por meses, mezclando en ella el periodismo y la literatura, todo de madrugada, despeinados. Pocos periodistas pueden negar que en algún momento –tal vez ahora no– admiraron al padre del Nuevo Periodismo. Por eso, los que estaban allí, quizá sin saberlo, eran los hijos del Nuevo Periodismo. Pero ahora los hijos, molestos por la demora de Tom, el papá, empezaron a decir que se querían ir. Una de las hijas dijo que el viejo periodismo es mucho más puntual.
A las cinco de la tarde, Tom Wolfe abrió la puerta y un coro de ángeles cantó (únicamente escuchado por este servidor). Tom Wolfe no era un invento: su pierna era blanca, no beige. El padre del Nuevo Periodismo era tan real que el blanco lo tenía en el pelo, en el traje, en el reloj, en las uñas, en las paredes, en la silla que gentilmente le habilitó el hotel para que respondiera preguntas e incluso la blancura se había traspasado al traje de otra reportera presente llamada Paula y a un paraguas que abrió un fotógrafo. Se sienta Tom y una mujer gritó, como en un circo con sólo ocho espectadores: “¡Les presento ni más ni menos que a... a... Toooom Wooolfe!”. Y Tom dijo: “Wow”. Y luego: “Tanta gente... ¿No habrán sido contratados como extras?”. Ja ja ja, rió este servidor, honesto. Pero los otros reporteros habían perdido el humor con la tardanza.
Se sentó en su silla blanca y dijo: “No tengo anuncios que hacer. Sólo esto: la vida es una hoja en blanco”. Y sonrió haciendo contacto visual con este servidor que se reía otra vez a carcajadas, y otra vez se reía en solitario.
Divaga
Los periodistas gráficos, que sumaban cinco, tendrían a lo largo de la conferencia una pregunta para cada uno. Tom Wolfe respondería en cincuenta minutos un total de cinco preguntas. Laura, la periodista, le preguntó a Tom, su padre, sobre la política de Estados Unidos. Y Tom, con el tono paternal que era lógico, decidió divagar. Primero dijo: “No entiendo de política”. Y los periodistas pensaron que pasábamos inmediatamente a la pregunta de María. Pero Tom Wolfe alzó un brazo, detuvo a todos, y habló.
–Yo pienso que el gobierno, cualquier gobierno, es como un tren. Al lado izquierdo del tren hay gente. Al lado derecho del tren hay gente. Y todos, desde ambos lados, le gritan cosas al tren. Pero el tren no tiene opciones. Sólo puede seguir hacia delante. Ni a la izquierda, ni a la derecha. Sólo hacia sigue su camino hacia adelante.
Tom Wolfe nunca, a lo largo de toda su vida, que son 78 años, ha escrito un artículo sobre la política de Estados Unidos. Una vez, dijo, escribió un reportaje sobre Cuba. Pero sobre algún asunto de la política de su país, nunca. Cuando estuvo en Cuba, vivió un clima periodístico ardiente, con gente muriendo. Con su país no ocurre eso.
–El periodismo norteamericano debe tener mucha creatividad para volver atractivo el tema de la política en ese país. Es muy aburrida. Yo, por ejemplo, nunca me voy a dormir en la noche preocupado de la política de los Estados Unidos. Es así. Ahora, hay una verdad subyacente con ese país. Es el respeto universal que tenemos los unos por los otros.
En ese instante Tom, nuestro padre, nuestro extraño padre que ha votado por George W. Bush y a quien George W. Bush admira y dice leer, contó la historia de Estados Unidos. Dijo algo de Thomas Jefferson. Algo del apartheid. Y luego contó que en Estados Unidos a veces un millonario puede parecer pobre. Eso a Tom Wolfe le gusta mucho y por eso este hombre, que se viste siempre con traje blanco y camisa negra, puede contar con alegría que una vez lo confundieron con un mozo. Tom estaba entrando al mejor lugar para desayunar de Estados Unidos y se le acercaron unas personas y le dijeron: “Señor, estamos algo apurados, una mesa para cuatro, por favor”. Tom tomó con mucha seriedad ese pedido y corrió por el restaurante buscando al maitre. Lo vio y le dijo: “Hay unas personas que realmente parecen apuradas”. Esa vez, los clientes le dieron veinte dólares a Tom Wolfe. “Y yo me los metí al bolsillo, porque había trabajado para ganarlos”, dijo papá.
Como ven, Tom es muy agradable. Daban ganas de pedir un Jack Daniels, llamar a Flavia, la encargada de prensa, y armar un bailoteo. A sus 78 años mostraba lucidez, fuerza física, manejo grupal y una impactante cantidad de tiempo para responder una pregunta tan simple como ésta:
–Señor Wolfe, usted ha aparecido dos veces como personaje en la serie Los Simpson, ¿siente que la gente lo ve como un personaje?
La pregunta, moderna y muy bien modulada, la formuló este servidor que esperaba una respuesta sencilla y simpática. Tom Wolfe demoró diez minutos (diez minutos que, en todo caso, valoramos) en concluir esto:
–Me gustan mucho Los Simpson.
O esto: “Los escritores de hoy, los que están en las universidades, aspiran a ser escritores para la televisión. Y en primer lugar ponen Los Simpson. No entiendo. Así no serán famosos. Nadie los reconocerá. Díganme un solo escritor famoso que trabaje escribiendo para la televisión. No hay”. A Tom le importa la fama. Tom Wolfe no sólo se sintió famoso al aparecer dibujado y manchado con chocolate en uno de los capítulos de la serie Los Simpson. La primera vez que se sintió famoso fue cuando se vio dibujado en un cómic llamado Doctor Strange. Ahora, parece, sale dibujado por todos lados, porque toma con mucho relajo el ser uno de los íconos pop del mundo.
Era el momento de otra reportera. La reportera preguntó algo sobre un aspecto estilístico de su escritura. Papá la miró con ternura y le dijo, en diez minutos, como era su promedio, que bueno, la primera persona es peligrosa, pero, bueno, le dice, a veces constituye un aporte y otras veces constituye un defecto.
–Al usar el yo –dice Tom Wolfe– se pasa a tener un personaje. Y puede ocurrir que si no interviene con relevancia en las acciones del relato, el personaje perderá interés.
Luego: “¿Ha leído a Rodolfo Walsh?”, “No. ¿Debería?”, dijo Tom. “Debería”, le dijeron. “Opine de la no ficción”, le dijeron. Papá se concentró mucho porque todos sus hijos presentes saben que es un tema fundamental en su paternidad. Papá comenzó con una elipsis. Esto ya no sorprendió a nadie en la familia. Papá terminó hablando de la novela.
–En mi opinión, a la novela se la llamaba novela porque, como lo dice la palabra, traía novedad. Ahora no es así. Eso ya no interesa a los jóvenes escritores talentosos. La novela va a terminar como la poesía épica, viviendo en la cima de un pico de nieve, un pico que será mucho más fácil de alabar que de visitar.
Una voz, femenina: “¿Y por qué bajó el interés de los jóvenes para escribir novelas?”.
Tom Wolfe, cruza dedos, se le nota un pulso imperfecto (78 años, nos permitimos recordar): “Los jóvenes escritores ahora son graduados de Bellas Artes, de Escritura Creativa, y ellos esquivan esas aguas estancadas llenas de mosquitos a las que se enfrentan. Estos mosquitos vienen de Francia. Y son esas cosas como deconstructivismo, surrealismo, realismo mágico incluso, etc. Todas esas cosas en que el público ya no está interesado como alguna vez”.
Pero Tom Wolfe sabe que la juventud es lapidaria. Incluso él mismo, cuando era un Tom Wolfe joven, era más soberbio y pensaba que para ser un gran periodismo necesitaba un 95% de talento y un 5% de contenido. Hoy, con la humildad que le dan sus casi ochenta años, sabe que es 75% de contenido y un 25 % de talento. Esto, a juicio de Tom Wolfe, no lo perciben los jóvenes escritores. Los jóvenes escritores, dice Tom, piensan que no necesitan contenido. Piensan que las historias están dentro de sus cabezas y no en la calle. Y para Tom Wolfe el poder inventivo de la realidad es muchísimo más fuerte que el poder inventivo del hombre. Y cita el ejemplo:
–¿Acá es conocida Paris Hilton?
Este servidor sacó su ronca voz: “¡Lo es!”.
–Y bueno –dijo–. ¿A qué escritor se le pudo ocurrir la historia de Paris Hilton? La historia de una mujer que, tras grabar una película pornográfica, es invitada a participar en un reality por diez millones de dólares. La historia es real. Si la interviene el hombre hubiesen aparecido cosas como la extorsión, etc.
Al rato una hija le pidió la opinión a papá sobre la electricidad y la prensa o la electricidad y el progreso. Y Tom dijo, entre otras cosas, que la electricidad es fundamental para el hombre. Citó, muy inspirado, una serie de artefactos eléctricos que intervienen en la transmisión del mensaje periodístico y luego, llegó a los tiempos actuales, y dijo: “Internet no es muy atractiva. Es muy desagradable leer tres páginas de un libro de esa manera”.
En verdad no recordamos qué más iba diciendo en este tópico. En ese momento, este servidor, algo atónito, concentró la vista en un molar del padre del Nuevo Periodismo. Tom Wolfe se metió un dedo porque una comida le invadió la boca. Los hijos, casi todos, miraron el suelo. Pocos vieron a TomWolfe haciendo algo tan cotidiano como quitarse una comida de la muela.
¿Y del Nuevo Periodismo?
Una señora de la Embajada de Estados Unidos, entidad que auspició la venida del periodista y escritor a Buenos Aires, dio por finalizada la serie de cinco preguntas. La gente se puso de pie. Algunos periodistas, todavía malhumorados por la demora o por las escasas preguntas, salieron más rápidos que otros.
Tan sólo este servidor, con los colores de Crítica de la Argentina en el pecho, se abrió paso con algo de desesperación, le tocó la chaqueta blanca a Tom Wolfe, su padre, su verdadero padre periodístico, y Tom Wolfe se volteó, un poco espantado porque la situación no era elegante, y este servidor lo miró a los ojos y cuando lo lógico era que el hijo periodístico de Tom dijera, papá, te amo, viejo, o etcétera, solamente abrió la boca para preguntar con descaro:
–¿Y usted cree, Tom, que el Nuevo Periodismo está viejo?
Y Tom Wolfe dijo que parece que sí. Dijo que los editores son los que ya no quieren Nuevo Periodismo. “¿Y si usted fuera editor... qué haría?”. “Quizá lo mismo que ellos. Son otros tiempos”. Y entonces miramos a Tom y aunque él es jovial y lúcido, por primera vez, así como el estilo que ha inventado, notamos que también ha envejecido. Pero no tanto. Cuando le dimos la mano y al despedirnos, a Tom Wolfe le vino un ataque postrero de Nuevo Periodismo y así le susurró a este servidor: “Sea subjetivo”.
Y así fue.
Dos encuentros con el público argentino y algo de tango
Tom Wolfe, que nació el año 1931 en Richmond, Estados Unidos, es, además del padre del Nuevo Periodismo, el padre de dos hijos.
Y es también el autor de nueve libros que incluyen una vasta labor en periodismo y literatura. Entre sus libros más conocidos figuran: La Banda de la Casa de la Bomba y otras crónicas de la Era Pop (1968), Ponche de ácido lisérgico (1968), La izquierda exquisita (1970), El Nuevo Periodismo (1977), Lo que hay que tener (1979), La hoguera de las vanidades (1987) y Todo un hombre (1998).
Sus mayores logros, como él mismo dice, son más en periodismo que en literatura.
El motivo de su visita a Argentina es dictar dos charlas. Una en la Feria del Libro, charla que se realizará el día de hoy a las 18 horas en la Sala Jorge Luis Borges y que se titula “La crónica en los Estados Unidos”.
La otra, cuyo tema será simplemente “El Nuevo Periodismo”, la realizará en el Museo MALBA, a las 16 horas del día domingo (entrada liberada hasta copar recinto).
La visita de Tom Wolfe a este país no es la primera que realiza. Hace dos años vino silenciosamente como turista por un motivo muy concreto: Tom Wolfe es fanático de Astor Piazzolla. Se podría decir, entonces, que en aquella oportunidad el padre del Nuevo Periodismo viajó hasta Buenos Aires para sentarse a escuchar unos tangos. Ya el día de ayer, tras cumplir con sus actividades con la prensa, Tom Wolfe dejó su habitación en el Hotel Faena, fue a comer y luego, según era su plan, fue a sentarse a escuchar tangos tal cual lo hiciera hace dos años.
Como un prudente marido, vino compañado de su esposa, una connotada diseñadora gráfica (que, entre otras cosas, ha diseñado portadas de la revista Vogue). El matrimonio Wolfe extenderá su visita hasta el día lunes.
Gráfico III
Si bien el periodismo es una profesión que nació asociada a los medios impresos, las nuevas tecnologías que se fueron incorporando a la vida cotidiana desde los albores del siglo XX, fueron readaptando y modificando el rol de los profesionales de la comunicación.
Quim Gil es un periodista español que investiga sobre periodismo digital.
Les dejo dos links para que puedan leerlo en http://www.saladeprensa.org/.
Los encuentran en: Indice de artículos: ediciones 13 y 14 de noviembre y diciembre de 1999 respectivamente.
7 de julio de 2009
Revista Alambre
En esta publicación se reúnen destacados profesionades de las Ciencias Sociales, que aportan miradas diversas acerca de problemas comunes.
Una lectura amena que permite comprender y propone ver cómo estamos y hacia dónde vamos.
6 de julio de 2009
Gráfico I - Stella Martini
Extractado de MARTINI, Stella Periodismo, noticia y noticiabilidad, Norma, Buenos Aires, 2000. (http://www.nombrefalso.com.ar/)
La noticia periodística es una construcción de la realidad (Verón, 1981), que "existe en función de que la
comunicación permite disponer de un mecanismo de relación (de interacción) entre los individuos" (Saperas,
1987: 148). Esta definición se constituye en punto de partida del análisis discursivo de la noticia, y desarma
la hipótesis de la objetividad periodística. Si "los periodistas tienen un rol socialmente legitimado e
institucionalizado para construir la realidad social como realidad política y socialmente relevante" (Rodrigo
Alsina, 1996: 30), es natural que realicen operaciones para reafirmarlo.
La definición de la noticia como construcción de la realidad social implica que la comunicación no es un
proceso lineal, y que incluye de modo necesario la labor de los públicos en su interacción con los mensajes
de los medios. Este proceso "de producción, circulación y reconocimiento" (Rodrigo Alsina, 1996: 3 1)
implica también el consenso que la sociedad otorga a los medios como soporte comunicacional que
construye y difunde sentido sobre el mundo. A partir de este reconocimiento, se puede hablar de otra figura,
que reúne a públicos y textos periodísticos, el contrato de lectura (Verón: 1983), o contrato mediático
(Escudero: 1997). Los periodistas prefieren hablar, en términos de intención de discurso, de target o perfil de
su receptor.
En el nivel del discurso, se articulan las categorías del enunciador, que da cuenta del relato informativo, el
enunciado, el mensaje, y el enunciatario, destinatario del mensaje. El texto se constituye en el lugar de
pasaje que soporta la circulación social de los significados, trabaja en diversos niveles, a modo de red, y "es
capaz de producir una variedad de significados de acuerdo con la experiencia sociocultural del lector"
(O'Sullivan et al. 1994: 317). La noticia periodística, que es un tipo genérico de texto que da cuenta
"cotidianamente (de) lo que ocurre en el mundo" (Verón, 1987: 111), cobra sentido en la sociedad porque se
aceptan como "reales" los acontecimientos que construye. Según Verón, "algún discurso ha engendrado en
nosotros la creencia y en él hemos depositado nuestra confianza. La confianza se apoya en el siguiente
mecanismo: el discurso en el que creemos es aquel cuyas descripciones postulamos como las más
próximas a las descripciones que nosotros hubiéramos hecho del acontecimiento si hubiéramos tenido de
éste una «experiencia real»" (1987: V). El sentido de credibilidad de un discurso periodístico se cruza con
otras series de verosímiles culturalmente compartidas que permiten su legitimación.
Discurso periodístico: el verosímil construido
La noticia es un discurso verosímil. Todo texto verosímil se define por su negación, es lo que parece real, lo
que "sin ser verdadero, sería el discurso que se asemeja a lo real" (Kristeva.1970: 65). Atravesada por la
variable temporal, la verosimilitud de un texto depende de los significados de verdad en una cultura
determinada, y de las reglas del género. Por su efecto, se produce la coincidencia de un texto particular con
otro texto que se constituye en el cruce entre la opinión pública y las representaciones sociales. El sentido
verosímil, que simula preocuparse por lo objetivo, se interesa por construir y mantener la relación con sus
lectores a través de un discurso reconocido. Categoría que apela a una identidad de juicios sobre el texto
entre el autor y el lector, o al menos aspira a lograrla, "... opera sobre numerosos registros ideológicos y
formales: religiosos, políticos y aún científicos" (Genot. 1970: 50). Se origina en el efecto de similitud, que
conecta cada noticia con una agenda de noticias ya leídas e interpretadas como verosímiles, con el
Stella Martini. Periodismo, noticia y noticiabilidad - Página 19/24
,
imaginario del lector y con la historia misma de la comunidad a la que él pertenece. La organización de las
agendas temáticas y clasificatorias, las retóricas exigidas a cada tipo de noticias, y los valores que hacen a
un hecho noticiable remiten pues al propósito de mostrar algo como verdadero.
La verosimilitud en el discurso periodístico está sujeta a variaciones relativas a la historia y a la cultura. La
serialización de la información contribuye a su reconocimiento como verosímil: el proceso que naturaliza un
tipo de hechos los instala como más reales.
Sin reconocimiento hay sanción extratextual: cuando el enunciatario experimenta extrañeza ante una noticia
que interpreta como inverosímil se produce una falta de confianza que puede extenderse al contrato de
lectura mismo. Un sistema de preceptos se apoya en realizaciones anteriores más que en leyes abstractas,
por eso, una puesta en acto del género implica justificaciones relacionadas con las competencias supuestas
en el enunciatario, y de esta manera el texto se conecta, en términos de sentido, con sus lectores.
El contrato de lectura
El contrato de lectura permite el estudio de la producción y circulación de los mensajes en términos de
densidad significativa. Formulado inicialmente para el estudio de la prensa gráfica, el concepto puede ser
trasladado al estudio del discurso televisivo, pero su complejidad obliga a realizar acotaciones
diferenciadoras. El contrato de lectura, un lazo en el tiempo entre un medio y su receptor (Verón: 1988?), es
especialmente enunciativo: implica las modalidades de decir un texto. Se lo puede explicar como un acuerdo
estrictamente delimitado por cómo un texto periodístico construye la información, y cómo se significa como
verosímil.
Las modalidades que se usan y reconocen como adecuadas y legítimas para decir la noticia responden a
una visión del mundo, por lo que el contrato se sustenta en una coincidencia (en diferentes grados)
ideológica.
El contrato en la prensa gráfica
En el caso de los diarios, el contrato incluye desde el nombre, el formato y la tipografía, la presentación en la
tapa, la diagramación y la ilustración; el nivel de lengua, el recurso a la deixis, las metáforas y
comparaciones, los destacados, y los sistemas clasificatorios de las noticias en agendas temáticas
diferentes. Se asume que el lector incluye en sus hábitos de consumo y en sus expectativas la lectura de las
noticias construidas de una manera determinada.
La noción de contrato enfatiza sobre las condiciones de "construcción del lazo que une en el tiempo un
medio y sus consumidores" ... y que debe conservarse, mejorarse y evolucionar, ya que su objetivo es
"construir y preservar los hábitos de consumo" (Verón. 1991: 168). Se trata de una relación delicada, que
puede romperse si se alteran las cláusulas del acuerdo, si el diario cambia parcial o totalmente sus
modalidades de decir. Con todo, es un lazo más estable en la gráfica que en la televisión.
Stella Martini. Periodismo, noticia y noticiabilidad - Página 20/24
,
Modalidades de decir la noticia en la prensa gráfica
En los diarios, las modalidades de decir responden a las diferentes agendas temáticas y clasificatorias, que
organizan el significado de la lectura de las noticias. Según Wanta, los diarios pueden demostrar "el
significado que le otorgan a una historia determinada a través del énfasis y la significatividad. Los lectores,
por ejemplo, saben que las noticias largas son más importantes que las cortas. De manera similar, los
lectores entienden que hay otros factores que indican la importancia relativa de las noticias: noticias con
fotografías versus noticias sin fotografías; amplios titulares versus pequeños titulares; primera plana versus
contratapa; la parte superior de la página versus la parte inferior" (1997: 144).
El uso de los códigos lingüísticos es uno de los elementos más significativos en las modalidades de
enunciación de los diarios. El nivel estándar de la lengua garantiza una comunicación fluida, a veces se
incluyen dichos, giros idiomáticos y metáforas vigentes en la comunicación cotidiana, o jergas o dialectos
peculiares (en el caso de los diarios de lectorado popular son más habituales).
El discurso periodístico aparece como impersonal, "debido a que no lo produce y expresa un único individuo,
sino organizaciones institucionalizadas" (Van Dijk, 1990: 113), y porque remite al verosímil de la objetividad.
La primera persona sólo aparece en las menciones a las fuentes, en una forma de estilo referido.
Las deixis contextualizan y dan sensación de "verdad". La deixis espacio-temporal permite la crónica y
remite al mundo real a través de la explicitación del lugar y la datación. La deixis socio-cultural, constituida
por las referencias a personajes públicos, lugares de moda, libros o teorías, formas de vestir y moverse de
los acto- res de las notas, aporta al efecto de reconocimiento, y posibilita el verosímil porque es la realidad
que "todos conocemos" (presentar a un personaje público en la privacidad de su despacho, con los detalles
de su vestimenta o lo que tiene sobre el escritorio, o a un personaje común en tareas habituales acentúa la
cercanía y aumenta la credibilidad).
El material ilustrativo (fotografías, gráficos, dibujos) se constituye cada vez más en el punto de anclaje para
la atención del lector. Las fotografías adquieren un valor significante en la construcción del verosímil: lo que
no alcanzan a describir las palabras lo muestran las imágenes, y agregan la fuerza del testimonio, el "haber
estado allí" (que la cámara televisiva pone en escena de manera efectista). Ha cobrado importancia el
epígrafe de la foto, ya que allí se fija, luego de los titulares, la atención del lector. Las fotos también tienen
valor de agenda, de énfasis: las notas acompañadas de material fotográfico jerarquiza el tema como
relevante.'
A este conjunto se agrega la significación de las infografías, que ya son una forma discursiva habitual en los
medios últimamente. Su valor es completar la in- formación brindada por el texto escrito o sintetizarla, y
ponen al lector en contacto con la información de una manera directa.
Los estilos en la noticia gráfica
El texto periodístico no hace uso de un único estilo, sino que cruza formas informativas, narrativas y
argumentativas. Los estilos responden a los tipos de agenda y a las secciones (clasificaciones) y también a
Stella Martini. Periodismo, noticia y noticiabilidad - Página 21/24
,
los criterios de noticiabilidad implicados en una noticia,
Un texto informativo da el relato de los hechos, evita descripciones secundarias y secuencias laterales, y
recurre a estrategias de legitimación, corno la referencia a las fuentes oficiales o jerarquizadas, que permiten
al lector el anclaje de la credibilidad. Puede incluir otros discursos a través del estilo directo o la
reconstrucción de declaraciones de los actores involucrados en los hechos y que reafirman el efecto de
realidad.
La forma narrativa es una manera de acercarse más al lector. En este momento se asiste a una cierta
narrativización de las noticias más duras, favorecida por la fuerza narrativa de la imagen televisiva y también
por un crecimiento de las narraciones particulares. A diferencia del estilo informativo, la narración apela a las
anécdotas, secuencias laterales, descripciones, y notas de color. El uso del estilo narrativo, más propio de
las noticias sobre la vida cotidiana y el delito, incluye la descripción que contribuye a la verosimilitud, y que
subraya la fuerza del referente.
El texto argumentativo busca persuadir, y apelar a la capacidad de razonamiento del lector, e intenta
convencer (la argumentación racional) o conmover (la argumentación emocional). Esta última es típica del
periodismo de corte sensacionalista, y aparece como una tendencia fuerte en secciones de información
general de los diarios serios.
Como registro propio de las secciones de opinión y de las columnas, el estilo argumentativo suele cruzarse
con los estilos informativo y narrativo.
En realidad, es difícil identificar un estilo único en las noticias de la prensa gráfica. La necesidad de un
acercamiento mayor a los lectores ha ido produciendo transformaciones significativas en las modalidades
estilísticas de los diarios. La pureza de las formas de decir en una nota no siempre es posible, los textos rara
vez son exclusivamente informativos, narrativas o argumentativos, por lo general, cruzan estilos.
Nota de opinión: Lo que aprendí G.G. Márquez
En la segunda noticia volvió a repetir la misma operación. Las dos se publicaron sin firma, y yo pasé días estudiando por qué cambió cada cosa por otra, y cómo las escribió él. Después ya me fue tachando menos frases, hasta que un día ya no tachó más, y se supone que desde aquel momento yo ya era periodista
Las escuelas de periodismo son importantes para saber lo que es el periodismo, pero no para saber periodismo.
Es un consuelo suponer que muchas de las transgresiones éticas y otras tantas que envilecen y avergüenzan al periodismo de hoy, no son siempre producto de la inmoralidad, sino que ocurren por falta de dominio profesional.
El mal periodista piensa que su fuente es su vida misma -sobre todo si es oficial- y por eso la sacraliza, la consiente, la protege, y termina por establecer con ella una peligrosa relación de complicidad, que lo lleva inclusive a menospreciar la decencia de la segunda fuente.
La mejor noticia no es siempre la que se da primero sino muchas veces la que se da mejor.
La investigación no es una especialidad del oficio, sino que todo el periodismo debe ser investigativo por definición.
“Crónica” tuvo para mi la importancia lateral de obligarme a improvisar cuentos de emergencia para llenar espacios imprevistos en la angustia del cierre.
Me sentaba a la máquina mientras linotipistas y armadores hacían lo suyo e inventaba de la nada un relato del tamaño de un hueco. Así escribí “De cómo Natanael hace una visita”, que me resolvió un problema de urgencia al amanecer, y “Ojos de perro azul” cinco semanas después.
El periodismo es un género literario mayor de edad, como la poesía, el teatro, y tantos otros.
Una buena nota es como una salchicha. Tienes que anudarla al final para después poner todo adentro y que no se te caiga nada. Será una buena nota si sabes adónde vas antes de sentarte a escribir.
Siempre hay alguien que sabe cómo sucedió todo realmente. Hasta el autor del crimen compra el diario para ver cómo salió la información.
Desde que era un niño y aún no sabía leer esperaba el diario de los domingos, por las tiras cómicas. Hoy, los periódicos ya no me parecen tan atractivos. Probablemente, nosotros hemos cambiado mucho y los periódicos no tanto.
Los diarios ganarán la batalla el día en que dejen de competir con la radio y la televisión. No hay como el detalle para hacer la diferencia. La TV tendrá las mejores imágenes, pero tu tendrás los olores y los sentimientos de lo que ocurrió.
Que el periodista esté esclavizado a la realidad no significa que tenga que escribir un texto parco y despojado de sensaciones.
El objetivo es mantener la atención del lector. Cuando uno siente que corre el riesgo de aburrirse hay que dar un corte, para lo que a veces es muy útil el intertítulo. Es lo que llamo el cambio de nalgas, como cuando vemos cine.
El peor mal que puede sorprender a un diario: que no me llegue y ya no me importe.
Para mí, la computadora es una máquina de escribir mucho más simple, práctica y útil. Yo empecé con la pluma aquella de palo de madera y luego pasé por la estilográfica, la vieja máquina de escribir mecánica, la eléctrica y ahora la computadora, que no escribe las novelas por mí, sino que me permite trabajar mucho más rápido, y más descansado. Si a mí me hubieran dado la computadora hace veinte años, tendría dos veces más libros escritos.
Alguien tendría que enseñarle a los colegas jóvenes que el cassete no es un sustituto de la memoria. La grabadora oye, pero no escucha, repite pero no piensa, es fiel pero no tiene corazón, y su versión literal no será tan confiable como la de quien pone atención a las palabras vivas de su interlocutor.
Hay que cubrir más lo que hacen que lo que dicen.
Tenía y sigo teniendo un prejuicio tal vez injusto contra las entrevistas, entendidas como una sesión de preguntas y respuestas donde ambas partes hacen esfuerzos por mantener una conversación reveladora. Hoy es incontable el número de entrevistas de que he sido víctima. La inmensa mayoría de las que no he podido evitar deberán considerarse como parte importante de mis obras de ficción, porque son sólo eso: fantasías sobre mi vida.
Otra cosa que me preocupa de las entrevistas es su mala reputación de mujer fácil. Cualquiera cree que puede hacer una entrevista, y por lo mismo el género se ha convertido en un matadero público donde mandan a los primerizos con cuatro preguntas y una grabadora para que sean periodistas por obra y gracia de sus tompiates. El entrevistado tratará siempre de aprovechar la oportunidad de decir lo que quiere y -lo peor de todo- bajo la responsabilidad del entrevistador.
Nunca hay que descuidar la cara del entrevistado, que puede decir mucho más que su voz, y a veces todo lo contrario.
En una ocasión una reportera española me abordó en un hotel, quería una entrevista. Le dije que no, pero que nos acompañara durante el día a Mercedes y a mí: fuimos de compras, comimos juntos, y cuando regresamos al hotel tomó su grabadora y me dijo ¿ahora sí me da la entrevista? ¡Con todo el material que tenía!
El tiempo y el mismo oficio han demostrado que el sistema nervioso del periodismo circula en realidad en sentido contrario. Doy fe: a los diecinueve años -siendo el peor estudiante de Derecho- empecé mi carrera como redactor de notas editoriales y fui subiendo poco a poco y con mucho trabajo por las escaleras de las diferentes secciones, hasta el máximo nivel de reportero raso (ANC-UTPBA).
(*) Nota publicada por la agencia La Oreja Que Piensa
Guías de lectura para el receso
Vamos a comenzar a trabajar con las herramientas de argumentación en periodismo. Para ello debemos tener en cuenta que argumentar no es sólo patrimonio de los columnistas especializados o del periodismo de investigación, sino que todos arguementamos en mayor o menor medida en nuestros articulos.
Vamos a ver algunos ejemplos que pueden ser de ayuda a la hora de argumentar.